sábado, 20 de julio de 2013

Existen infinitas formas de conocer a una persona. Una de ellas es leyéndola.

La mayoría de las veces escribo simplemente por el hecho de deshacerme de una idea que ronda en mi cabeza y que no me deja pensar o hacer otras cosas.
¿Por qué escribo ahora mismo? 
El resto de las veces, como ahora, escribo porque considero y sé, por mi experiencia y porque creo que algo me conozco, que escribir es la mejor forma que tengo de expresarme. Y ya no sólo de expresarme sin más, sino de hacerlo ordenando y fundamentando cada una de las ideas que quiero dar a conocer.
Escribir, para mí, no lo consideraría ningún hobbie. Si así lo fuera, hubiese intentado centrarme en algún género, tal vez novela o poesía, pero me gusta infinitamente más leerlas que escribirlas. 
Si pudiese elegir la forma de expresarme en cada momento, sin duda elegiría ésta. Hablando soy un desastre, me trabo constantemente, hasta tal punto que a veces opto por no decir nada. Es como si mi mente estuviese más coordinada con mi mano que con mi boca. Y me da rabia.
Y sobre todo, escribo porque al terminar de soltar una idea y al hacerlo de una manera que realmente me convence, soy inmensamente feliz. Y por eso no podría dejar de escribir. 
He de decir que mientras escribo no soy del todo consciente de lo que estoy diciendo, pero todo me suena coherente, por eso tengo que leer desde el principio todo, como si no fueran mis palabras, luego doy la aprobación a mis propias ideas y las suelto al resto. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario